Federico García Lorca al llegar a Galicia, se sintió poeta de esa “lluvia constante y bienhechora que pinta los prados de un verde cristal y viste las piedras de un musgo aterciopelado”.
Laureano Rojas musicaliza en su poesía un sentimiento mágico por Villarreme, su especial paraíso, bañado por el resplandor de la luna y la luz del despertar del día.
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